Definitivamente los datos matan opiniones…

Dato mata opinión…

Hace bastante tiempo que no escribía una columna, dado que el último año le di un rumbo diferente a mi carrera en el que decidí enlistarme en una gran corporación para crear innovación y puedo decir con orgullo que lo hice con éxito. Sin embargo, poco a poco fui descubriendo que, aunque los resultados eran muy buenos, no me sentía #FELIZ así que decidí hacer #INNOVACIÓN a mi estilo con el equipo de #OphiraTechnology y retomar mi pasión por el #COACHING con el equipo de #AlfaGo.

Ahora la pregunta es ¿Por qué si los resultados eran tan buenos, cambié de dirección?… de hecho, fue una pregunta que rondó en mi cabeza muchos meses hasta que tomé la decisión y la respuesta es que para mi más importante que el destino a donde llegas, lo relevante es cómo transcurre el viaje, es decir si vas cantando mientras caminas o si vas con un cuchillo en la boca como un soldado en la guerra. Definitivamente, lo mío es cantar mientras camino y celebrar cada victoria.

A ver si me explico: ¿Alguna vez has sido afectado por una decisión o un criterio emitidos por alguien a priori que no tiene un sustento sólido?… este es un ejemplo del tipo de situaciones que hacen el viaje incomodo, aunque los resultados sean los deseados… La falsa creencia de que se tiene un poder «casi ilimitado» para juzgar a otros de manera indistinta, es propio de personas centradas en sí mismas y refleja la ausencia de valores básicos.

 Los gerentes realmente líderes son contundentes, ya que modelan el manejo responsable de la información y demandan que los juicios y aseveraciones se sustenten con datos, sin embargo, la triste realidad es que a veces algunos incurren en malas prácticas. Así que, si queremos ser de los primeros (los buenos) lo adecuado sería indagar ―con datos― las eventuales percepciones.

 Una segunda razón por la que a veces el viaje en una organización se hace incomodo, es la costumbre de escuchar «rumores» o «historias» de personas cercanas y creer que porque son cercanas es innecesario verificarlos; peor aún, actuar por impulso para quedar bien con «la amistad de confianza». ¿Te has topado con el poder de «alguien íntimo de aquél…»?

Afortunadamente, eso no es común en un ambiente profesional, moderno y sustentado en valores compartidos, ya que las personas serias tienen una regla: filtran palabras con hechos, y con datos veraces. Esta reduce el riesgo de caer en la imprudencia y aumenta la posibilidad del trato respetuoso, digno y equitativo.

No obstante, la ausencia de procedimientos formales y creíbles para evaluar el desempeño es otra causa de la riesgosa prioridad en las opiniones. Esto puede generar soluciones rápidas basadas en lealtades personales, manipulación y hasta condicionamientos perversos.  A lo anterior súmale las fuentes de subjetividad y la proyección de frustraciones individuales motivadas por carencias propias que activan complejos laberintos del pasado en la mente de alguien y atentan contra los derechos ajenos.

En el complejo mundo de las organizaciones, nadie puede atribuirse «la verdad», ya que  «una verdad» que no escucha otras versiones ―o por lo menos sin que los involucrados puedan defenderse― es lo mismo que atribuirse el monopolio de la verdad.

En sistemas conformados por personas, si la opinión viene acompañada de datos interpretados con responsabilidad, no solo es bienvenida una opinión, sino que también es necesaria. Pero incluso, en estos casos es sabio ir más allá de estos con tal de constatar su solidez. Estrechamente ligado a la ética, el pensamiento crítico da como resultado un clima de confianza en los que se toman decisiones trascendentes.

La opinión sustentada en datos y en perspectivas de los actores involucrados es altamente empoderante. Nutre el ambiente laboral de respeto mutuo, de espíritu innovador y de proactividad. ¿Qué datos le pueden ayudar a usted a tomar decisiones más justas y efectivas?

Feliz de estar de vuelta en esta fabuloso blog, me despido y te recuerdo que si deseas profundizar más sobre nuestros enfoques contáctanos a info@alfago.net

David M. Boucchechter